Velocidad Clásica : Así ganó el Real Madrid

El Real Madrid es lo más parecido a un coche de fórmula uno y el Bayern Munich una orquesta de música clásica, el primero con la velocidad a tope, intentando en cada pitt cambiar rápido las llantas y tomar la delantera, sobrepasar siempre. El segundo a controlar los intervalos del espacio y el tiempo, llevando cada nota hacia su máxima expresión, buscando la conexión entre sus artistas, el suave suspiro entre arriesgar una partitura y crear una emoción que deleite a su audiencia.

Estos modelos de juego antagonistas, estos jugadores que sienten el juego de diferente formas, válido por supuesto; se encontraron en el Santiago Bernabeu. Con el regreso de Lewandowski al cuadro titular del Bayern quien mandaba a Müller al banco de suplentes y la incorporación de Francisco Alarcón en la oncena blanca tras la lesión de Bale. Los locales se formaron en un 4-4-2 y en el centro del campo graficaron un rombo, Casemiro en el centro del campo como mediocentro puro, interiores Kroos y Modric, como mediapunta Isco. Los visitantes dispusieron de su mediocampo de gala buscando que su centro delantero polaco, fijara posiciones, atrayendo a sus marcadores cercanos, alejando a sus rivales lejanos de la marca, para crear espacios libres laterales presentando superioridades para los alemanes y por si fuera poco ganar las segundas jugadas en el área rival.

Monopolizar la posesión, crear línea de pases, buscar riesgos en las fijaciones de los centrales, atraer para luego liberar, fijar con los movimientos de ruptura de los extremos y dejar libres los costados; principios, subprincipios y subsubprincipios que dejó Guardiola. El plan de juego era simple para el Bayern que intentó con el balón lo que el Madrid le permitió y más cosas, las cualidades individuales de los bávaros afectaron a un Casemiro que no anduvo con la intensidad acostumbrada (máxima concentración física y mental), estuvo lento en las ayudas y aun más lento en los apoyos, los primeros, movimientos de transiciones defensivas y los segundos de transiciones ofensivas.

A toda acción hay una reacción los de Zidane esperaron mientras se miraban superados por el Bayern, mientras miraban como Casemiro fallaba, así pasaban los desbordes de los letales extremos, Robben y Ribery, como Nacho combatía contra un jugador que lo doblegaba en altura. Pero con el pasar del tiempo y sobretodo de las acciones ofensivas del Bayern, Isco ayudó a Casemiro en posiciones interiores, dándole a la salida del balón un recurso más para hacerla limpia y efectiva, esto produjo que Kroos y Modric buscaran profundidad por los laterales y encontraban a Marcelo (que se jugó uno de los mejores partidos de su vida) y Dani Carvajal que se proyectaban al ataque y consiguiendo varias veces crear 2×1 en las bandas, pero el lateral español resintió bastante subir ya que por momentos Xabi Alonso encontraba espacios libres que desaprovechó David Alaba para generar peligro real.

El segundo tiempo fue un duelo de poder, de suerte y de mucho fútbol. El gol de penal de Lewandowski a los nueve minutos de empezado el segundo tiempo sacó lo mejor de cada uno de los protagonistas del encuentro y en esto tienen que ver mucho la lectura del juego por parte de los entrenadores. Zidane sacó del campo a Karim Benzema, que no estuvo en su tarde, ya que la posición de Isco bloqueaba una de sus mejores funciones colectivas, servir de apoyo frontal y tuvo que actuar como delantero centro. Marco Asensio entró por el francés, para confirmarle a Europa que es uno de los mejores talentos jóvenes que hay en el continente. Con su conducciones interiores pegadas al pie, liberaba espacios exteriores con una gran habilidad innata en la gambeta hizo estragos, el técnico francés además metió a Lucas Vásquez por Isco para llenar de energía a sus dirigidos, para transmitirles el mensaje de buscar el gol. Pero Ancelotti hizo ingresar a Douglas Costa por un ya cansado Franck Ribery, el brasileño jugó permutando, haciendo diagonales, centrando y rematando al arco. Luego el técnico italiano realizó un cambio a favor de los goles, sustituyendo a Xabi Alonso por Thomas Müller, este movimiento trajó la falta de ayudas y apoyos, marcadas superioridades de todo tipo que da el español en el campo, no es equilibrio, es el puro conocimiento del juego, cuándo estar, dónde estar y cómo estar. Pero también se traducía en mandar centros, en fijar rivales, en desmarques de apoyo y ruptura. Tras el gol de cabeza de Cristiano Ronaldo, el Bayern mediante Müller fijó a los dos centrales del Madrid quienes hicieron inútil la salida de Keylor Navas y empatado el partido, todo se definió en tiempos extras.

Para los tiempos extras llegaba el Bayern Munich sin Arturo Vidal, expulsado tras ver la segunda amarilla en el partido, esto dio lugar a la entrada de Joshua Kimmich por Robert Lewandowski para ayudar en el mediocampo a Thiago y compañía (con los cambios agotados). Mientras que el Madrid llegaba con un Ronaldo demostrando en cada acción grandes condiciones para seguir compitiendo enchufado como todo el equipo, el Madrid fue contundente, no dio espacio para el error ni para la reacción muniquesa, anotó tres goles en los tiempos extras. Marcelo se fajó y con espacios presentó su mejor versión. Asensio tuvo la pista a su disposición y ganó siempre, sobrepasaba a sus rivales en velocidad y técnica.

El Real Madrid ganó contra un Bayern Munich que mereció mejor suerte.

Foto: Getty Images

Escrito por: Gaspar Vallecillo Castro